1 nov 2013

DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS

            
Hemos sido testigos de cómo en las dos últimas décadas del pasado siglo XX se ha recuperado la legendaria traza del Camino de Santiago, y no solo como un soporte material sobre el que andar, sino también el espíritu que acompañaba a las tradicionales peregrinaciones,  basado: en la Hospitalidad y el acogimiento al transeúnte que  viaja lejos de su casa. El peregrino vive voluntariamente la humildad, la austeridad  y el recogimiento interior que le lleva a la reflexión y a un estado de plenitud de sentimientos, aflorando en ésta búsqueda interior lo mejor que el ser humano lleva dentro de sí mismo.

La persona, renovada espiritualmente, una vez que ha realizado este Camino de Santiago, único, singular y hoy Patrimonio de la Humanidad, necesita volver reiteradamente a él, pero le falta ya senda bajo los pies. Así en los albores de este siglo XXI el neo-peregrino ha buscado encauzar sus ansias de peregrinar por nuevas rutas, que con el mismo estilo le conduzcan a Compostela por caminos diferentes.

La Senda de las Estrellas pues se ha desbordado por toda nuestra geografía Hispana, e incluso al otro lado de los Pirineos, pues en ésta última gran aventura no estamos solos, nos acompaña toda la civilización occidental, e incluso gentes que allende los mares de oriente se sienten atraídos por la andadura. Una nueva red de “caminos a Santiago” se ha abierto con más o menos sentido histórico, pero con la oportunidad de crear algo que está condenado a ser Historia mañana.  Algo que no es solo andar, sino peregrinar.

Madrid, la villa y corte; capital y centro natural de España, se ha sumado multitudinariamente a este río de gentes que caminan hacia Compostela, y ha buscado un camino que posibilite que un peregrino actual pueda salir de su casa y desembocar andando a la Ruta Jacobea, sin encontrar a su paso obstáculos ni asfaltos que agredan su pasar. Pero no contestos con ello aún hay personas que buscan un más allá.

Este camino que nace hoy por iniciativa personal y particular de un simple peregrino, que arropado por su familia y amigos aporta al mundo de las peregrinaciones un segmento más de ruta, pero algo especial. No busca a Santiago en Santiago  de Compostela, sino en Uclés su monasterio, la cabeza en Castilla de la Orden de sus caballeros de Santiago, un buque que se yergue en toda su magnificencia en medio de los campos manchegos, desde los cuales la caballería del Apóstol, Patrón de las Hispanias, participó  en devolver a la civilización europea en cristiandad la paz anterior, que durante siglos se había visto amenazada.

Así bajos los principios y espíritu de las peregrinaciones jacobeas, la asociación que ahora se crea, busca en sus Fines la recreación de un camino que una Madrid don Uclés; Uclés con Madrid y a su vez con Santiago, la señalización de su trazado, las infraestructura hospitalaria, la creación de guías, o la edición de libros que ayuden a su conocimiento, y a cuantos actos vayan tendentes a la promoción de ésta nueva ruta y los lugares que se encuentran bordeando su paso. Pero no con un afán de justificar mediante la historia sino, de crearla, y lanzarla hacia el mundo futuro para disfrute de los nuevos caminantes que la surquen mañana. 

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